Durante el mes de octubre la comunidad con enanismo celebra el orgullo que muchos sentimos de ser como somos. De tener un cuerpo y características diferentes y sentirnos parte de la sociedad en que vivimos sin importar las diferencias que podamos tener. También educamos sobre la condición para crear conciencia sobre los retos que enfrentamos, ya sean estructurales o psicosociales.
Una gran parte de los problemas que enfrentamos en la categoría psicosocial es la connotación o uso que se le ha dado a la palabra “enano”. Muchos la consideran ofensiva e inapropiada y han adoptado otros términos para sustituirla, con la intención de eliminar su uso al referirse a personas con algún tipo de enanismo.
Personalmente nunca preferí el término, pero quizás la madurez de los años, me han hecho ver las cosas un poco diferente y como menciono en mi libro, es un tema en el que podemos diferir, pero se vale exponer todas las opiniones. Creo que es casi, si no imposible, eliminar la palabra del vocabulario, pues se ha utilizado desde siempre. La Real Academia Española de la Lengua, quienes regulan el lenguaje en el mundo hispano parlante, no promueve ni desaconseja el uso de una palabra; solo incluye o registra palabras y cuando se demuestra que alguna no se usa, algo muy difícil, se trata como desusada, pero no se elimina.
Esto me lleva a pensar que nosotros (me incluyo), deberíamos reevaluar la aceptación del término porque al fin y al cabo es lo que somos. Podremos establecer una palabra nueva para referirnos a las personas que tenemos la condición, pero a la postre, ese término será utilizado despectivamente y tendrá el mismo efecto como sucede ahora. Debemos centrar nuestros esfuerzos en educar sobre el uso correcto del vocablo. En el caso en el que alguna persona nos insulta con alguna otra palabra que no nos gusta, se lo dejamos saber. Sin embargo, no hacemos lo mismo para defender el nombre popular que se utiliza para nuestra condición.
Para otras discapacidades, podemos ver que se utilizan los términos populares que siempre han tenido al referirnos a una persona que tenga alguno de ellos. Por ejemplo: a una persona que no tiene visión, se le llama ciego; a una persona no tiene audición, se le llama sordo; al que no puede hablar, se le llama mudo; y así entre otros. Y, si bien no es lo correcto de referirnos a otras personas por la condición que tenga; la realidad es que no vemos a ninguno de estos grupos queriendo cambiar el término que desde siempre se ha utilizado para su condición.
Entonces, ¿por qué queremos nosotros cambiar el nombre de la condición?
Estoy convencida de que si nosotros, los que tenemos enanismo, nos esforzamos por abrazar nuestra realidad y por educar sobre el término, avanzaremos más en la concienciación. Mientras no hagamos ese cambio perdemos la oportunidad de enfocarnos en lo que verdaderamente es importante: lograr que las personas aprendan a tratarnos con el respeto y equidad que merecemos todos.
¡Abracemos nuestras diferencias!
