Desde que tengo uso de razón me gusta el baile, aunque ahora por razones de salud ya no puedo hacerlo.  Recuerdo que los sábados en la mañana mientras hacíamos limpieza en la casa, mi mamá ponía el tocadiscos. Si, porque así se le llamaban a los CD’s de esa época.  Luego llegaron los “8-Tracks” y más tarde los “cassettes”, pero bueno, ese es otro tema.

Mientras hacíamos las tareas de la casa mi mamá, mi hermana y yo bailábamos al ritmo de las notas musicales.  La música era variada: desde baladas de Los Angeles Negros, la instrumental con Los Machucambos, hasta la salsa de Celia Cruz!!! Y ahí era que se encendía la sala de mi casa con nosotras bailando.  Mi mamá siempre fue muy buena para el baile, así que ella nos enseñaba los pasos y la diferencia entre la salsa, el guaguancó y la guajira.

Cuando yo tenía aproximadamente 8 años surgió una artista en Puerto Rico, la vedette Iris Chacón. Se hizo tan famosa que tenía su propio show de televisión y yo no me perdía su programa pues me encantaba eso del baile.  Aprendí a bailar como ella y terminé imitándola en todas las reuniones familiares y actividades escolares. Durante mi niñez disfruté mucho de la música y el baile sin imaginar que durante mi adolescencia sería frustrante para mí no encontrar parejo en las fiestas.

Cuando tenía yo como 14 años teníamos una fiestecita de Navidad del grupo de batuteras al que pertenecíamos mi hermana y yo.  La mayoría de las jovencitas tendrían sus parejos para bailar del grupo de muchachos de la banda, por lo que yo quería también tener con quien bailar.  Aunque siempre fui bastante tímida, estaba tan deseosa de conseguir un parejo, que me arme de valor y llame a un chico que había conocido a través de una compañera del colegio, quien era bastante bajito, pero al que yo no conocía muy bien.  Que gran decepción me llevé cuando me dijo que no podía acompañarme a la fiesta, pero yo me di cuenta de que no quería ir conmigo.  ¡Llegué a pensar que nunca tendría un parejo de baile!

Cuando iba yo para undécimo grado nos mudamos a otro pueblo, por lo que la escuela era nueva y no conocía a nadie.  Poco a poco comencé a conocer mis nuevos compañeros y me di cuenta de que compartíamos el mismo gusto por el baile.  En aquella época surgió otro artista que marcó mis dotes de bailarina… John Travolta!!! Ya se imaginarán que me aprendí todos los pasos de baile de la música “Disco” y asistí a todos los “Disco Parties” que hizo mi clase graduanda para recaudar fondos para los gastos de graduación y “Senior Prom”.  Mis padres pertenecían al comité de padres y asistían a todos los bailes.  Mi papá trabajaba junto a otros varones en la cantina vendiendo bebidas, mi mamá ayudaba a las maestras con la venta de taquillas en la entrada y mi hermana Idia y yo hacíamos el trabajo más difícil… bailar toda la noche!

La frustración que sufrí unos años antes, desapareció por completo al conocer mis nuevos amigos quienes resultaron ser excelentes bailarines y quienes disfrutaban de bailar conmigo.  Como sucede muchas veces, los varones de nuestro núcleo de amigos eran minoría, por lo que se tenían casi que dividir para bailar con las chicas. Nunca olvidaré un joven que ya había salido de la escuela superior, pero siempre asistía a los bailes para cooperar con nuestra clase graduanda.  El muchacho era alto, media unos 6’ y siempre me sacaba a bailar.  Disfrutábamos tanto de la música que a veces me cargaba y seguía dando brincos por la pista conmigo al hombro.

En la Navidad del ’78, mi clase graduanda celebró nuestro «White Christmas Party», nada más y nada menos que con El Gran Combo de Puerto Rico!  Esta orquesta es reconocida a nivel mundial por su buena salsa.  Si, la música con la crecí y aprendí a bailar.  Pues les cuento que mi papá era uno de mis parejos cuando se trataba de esa clase de música, ni pensar que bailaría «Disco», jaja.  Durante el baile estamos mi papá y yo demostrando nuestras destrezas en la pista, cuando para mi sorpresa uno de los cantantes de la orquesta llamado Jerry Rivas se acercó y le pidió a papi que le concediera bailar con el, luego cada uno de los vocalistas de la orquesta bailaron conmigo.  Wow, que emoción!, yo bailando con los integrantes de mi orquesta de salsa favorita!

La mayoría de las personas quizás esto lo vean como algo trivial, sin sentido o como una conducta inapropiada y no lo entiendan porque no han vivido el deseo inmenso de hacer algo y que por el hecho de haber nacido con una condición que te hace “diferente” a los demás, te sientas hasta rechazada.  Gracias a Dios que la educación que tuve y el amor de mi familia fue clave para sobrepasar estos momentos de tristeza y frustración.  Porque durante mi Vida en 43” he tenido momentos como esos, aunque no lo parezca.

Siempre he tenido algo bien claro y es que el quedarme encerrada en mi casa sin disfrutar de la hermosa vida que Dios me regaló no va a hacer que yo crezca ni una sola pulgada.  Así es que sigo hacia adelante, disfruto cada instante al máximo y agradezco por ser como soy.

Nota especial: Cuando somos jóvenes no aprovechamos para agradecer las cosas positivas que en muchas ocasiones sin darnos cuenta un@ amig@ hace por otr@.  Por lo que, si este “Blog” llega a ser leído por quienes fueron mis amigos y compañeros de baile, quiero que sepan que al aceptarme como soy me hicieron la joven más feliz de la tierra en cada paso de baile que dimos.  En especial a Jose(Tito) y Gaby de la Clase 1979 de la Esc. Luiz Hernaiz Veronne en Canóvanas.
Los quiero por siempre!!!