Hoy, en varios países celebramos el Dia de los Padres y en honor al mío quiero compartir con ustedes una anécdota que quedó grabada en mi memoria, la cual para mi significa lo que un padre es capaz de hacer por un hijo.
Yo tendría unos 10 años cuando entré a participar de un grupo de batuteras. Los viernes en la noche practicábamos nuestra rutina en el estacionamiento de una tienda (en ese entonces el comercio no abría hasta tarde, ni fines de semana). En una de esas prácticas, tuvimos unos minutos de descanso y algunas niñas nos agrupamos para hablar. Los adultos se encontraban a cierta distancia de nosotras compartiendo entre sí, pero pendientes a nosotras.
Pasaron unos pocos minutos cuando un grupo de niños que andaban en bicicleta y quienes no tenían nada que ver con nosotros, se acercó para hacer comentarios para ellos graciosos sobre mí. De inmediato, y sin yo saber cómo llegó tan rápido, mi papá estaba frente a los niños regañándolos y advirtiéndoles que me dejaran tranquila. Era la primera vez que yo veía a mi progenitor reaccionando con tanto coraje tratando de impedir que la conducta de otras personas pudiera afectar negativamente mi desarrollo emocional. Les confieso que para mí fue un gran alivio el que mi papá estuviera ahí cuidándome y protegiéndome.
Les puedo asegurar que la reacción de mi papa me sirvió para aprender a enfrentar y defenderme en el futuro de otras situaciones. Con el paso de los años al convertirme en madre me di cuenta de que el título (padre/madre) trae consigo un instinto protector hacia los hijos que está dormido dentro de nosotros y que es capaz de despertar con mucha furia para defender lo que más queremos.