Hoy les quiero contar una experiencia que marcó mi vida para siempre.
Cuando comencé la escuela estudié con el mismo grupo de estudiantes en un colegio que ofrecía un currículo de primero a octavo grado. Era un colegio relativamente pequeño, por lo que todos los niños me conocían, me respetaban y cuando era necesario me ayudaban a subir y bajar el bulto por las escaleras. Nunca nadie hizo comentarios sobre mi estatura. Estudiaba en una pequeña burbuja de protección. Al graduarme de octavo grado teníamos que cambiar de colegio, y pase a otro que también era pequeño y la mayoría de mis amigas fueron transferidas al mismo colegio que yo, por lo que mi pequeño mundo no se afectó mucho.
Cuando terminé el décimo grado, por motivos de trabajo, mis padres tomaron la decisión de mudarnos a un pueblo que estaba a mas de una hora de distancia, por lo que era imposible que continuara estudiando en el mismo colegio.
Fuimos a vivir a un pueblo de la isla fuera de la zona metropolitana y no había colegios en el área con currículos para escuela superior. Por lo que fui a estudiar a la escuela pública. Sin duda, un cambio drástico para mí. Una escuela gigantesca con una matrícula quizás tres veces mayor a los colegios donde estuve antes y sin conocer a nadie. Todos mis amigos quedaron atrás, la burbuja se rompió y debía comenzar de cero.
La escuela a la que tendríamos que ir mi hermana y yo tenía un currículo en la mañana para estudiantes de nivel intermedio y en la tarde para los de nivel superior. Mi hermana que comenzaría el octavo grado y estaría en el currículo de la mañana, se ofreció para identificar los salones míos y cuando yo llegara en la tarde fuera más fácil para mí. El primer día de clases llegué y la esperé en la entrada de la escuela según habíamos acordado, pero era un poco más temprano de la hora acordada y ella no llegaba, por lo que decidí explorar la escuela por mi cuenta.
Comencé a caminar a través del patio frontal, subí las escaleras principales, cruce uno de los pasillos y subí al segundo piso. Durante todo ese corrido algunos de los estudiantes de la escuela comenzaron a seguirme y según yo avanzaba la cantidad de estudiantes crecía. Todos me hacían comentarios, preguntas, se reían… y me acorralaron de tal forma que yo no podía caminar. Demás está decirles cómo me sentí. Nunca me había pasado algo similar, mi burbuja y mis amigos ya no estaban para protegerme y no supe cómo manejarlo. Miraba a mi alrededor mientras lloraba buscando que alguien me ayudara, pero cada vez el alboroto era más grande. De momento veo que el grupo comienza a dividirse y una maestra se hacía paso entre los estudiantes. Ella me ayudó a salir de allí y me llevó a su salón, reganó a los estudiantes y los hizo retirarse.
De allí me llevaron a la oficina de la Principal y llamaron a mis padres para que me fueran a buscar porque yo estaba muy nerviosa. Mientras ellos llegaban mi hermana se enteró de lo que me había sucedido y llegó hasta la oficina de la Principal. Cuando llegamos a nuestra casa le dije a mis padres que no quería estudiar y que no volvería a la escuela. Y con la sabiduría que siempre tuvieron en mi crianza, me dieron un rotundo no por contestación. Al otro día debía de regresar a la escuela y enfrentar lo que encontrara utilizando las estrategias que había aprendido durante mi corta vida hasta entonces.
Regresé a la escuela al otro día y no les miento, estaba muy asustada. Bajé de la guagua escolar y caminé otra vez el patio frontal pero esta vez mucho mas consciente de la mirada de todos los estudiantes. Como era temprano no podía entrar a mi salón y tratando de evitar que sucediera lo mismo del día anterior, decidí sentarme en una esquina de la escalera principal a esperar que sonara el timbre. Para mi sorpresa nadie me siguió mientras caminé hasta allí, pero al rato de estar sentada se me acercaron varias personas a saludarme y conversar tranquilamente conmigo. Lógicamente, el cambio en la conducta de los estudiantes no fue voluntaria. Mas tarde me enteré de que la Principal había visitado todos y cada uno de los salones y grupos para exigirles que me trataran bien y que de no ser así, habría consecuencias para los que no siguieran sus instrucciones.
Terminé mi 11mo año de escuela superior sin más novedades. Por el contrario, hice muchos amigos y todos eran amables conmigo. Comencé el 12mo año y como siempre me ha gustado participar en diferentes actividades decidí ayudar a mi clase graduanda y me inscribí junto a otras tres o cuatro alumnas para recaudar fondos para la clase. Era una especie de competencia en la que la estudiante que más fondos obtuviera para la clase sería coronada reina. Con la ayuda de todos mis nuevos amigos y mi familia realizamos diferentes actividades de ventas para recaudar el dinero. El apoyo fue tan grande que… adivinen quién ganó?
La actividad de coronación fue algo muy hermoso para mí. El desfile estuvo basado en las aves, entre el séquito se encontraban el Ave del Paraíso, la Cotorra Puertorriqueña, el Pitirre, hasta un gallito con su gallinita, y yo era el Pavo Real.
Hay situaciones en la vida que te pueden marcar para bien o para mal. En este caso y aunque de primera intención fue algo difícil y doloroso, al final se convirtió en algo positivo. Una experiencia que nunca olvidaré. Y siempre le agradeceré a mis padres el haberme obligado a enfrentar este suceso, de no haber sido así quizás jamás habría sido coronada como:
Su Majestad Brenda I
Que hermoso! No sé si me lo habias contado, pero no lo recuerdo. Eres lo mejor! TQM my friend. BFF
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