Hoy les quiero contar un poquito de una experiencia que viví hace varias semanas cuando tuve la oportunidad de representar a LPA en un congreso para personas de pequeña estatura en Granada, España.  Este viaje me ayudó a confirmar una vez más que cuando se comparten situaciones, como lo puede ser una discapacidad, no importa el lugar, la cultura o el idioma, las experiencias y retos son los mismos.

Llegué a Madrid un jueves y la primera noche salí a cenar con un joven de nombre Joan también de pequeña estatura del que conocía por su labor a favor de las personas con nuestra condición.  De camino al restaurante me llamó la atención que las personas con las que nos cruzábamos no miraban o hacían comentarios al vernos.  Sin embargo, al entrar al lugar, la mayoría de las miradas se posaron en nosotros, como suele suceder en mi país.  Mientras conversábamos me daba cuenta de que muchas de sus experiencias eran muy parecidas a las mías o a las de muchas otras personas pequeña. Joan me contó sobre sus logros, su preparación, su trabajo y hasta de su experiencia viviendo durante un año en Japón con el propósito de aprender el idioma mientras también trabajaba.  Mi admiración para él, pues no todo el mundo se atreve a embarcarse en una aventura como esa.  Demás está decirles lo bien que lo pasé y mi agradecimiento a Joan por sacar un poco de su tiempo para mí.

Al día siguiente, viernes comencé una aventura, tomar el tren para llegar a Granada.  Mi tren salía a las 7:00am y como me preocupaba perderlo decidí llegar mucho más temprano para solicitar asistencia y poder desayunar antes de salir.  El viaje tiene una duración de tres horas.  El tren comenzó a correr y como las luces adentro estaban prendidas, yo miraba hacia afuera y todo lo veía oscuro.  No sé cuantos minutos pasaron cuando me percaté de que ya habíamos salido del terminal y que veía todo oscuro porque aún no había amanecido.  Así que aproveché para dormir un poco, ver una película que ofrecían a bordo y disfrutar del paisaje.  Al llegar a Granada tomé un taxi para llegar al hotel y entablé conversación con el chofer y le comento sobre el mucho tráfico que había en el área y el taxista me contesta que era debido al “Ave”.  Ya saben, la curiosidad rápido se apoderó de mí y aunque dudé en preguntar a que se refería, decidí no quedarme con las dudas.  Así que le pregunté ¿qué era el Ave?  Me explicó que los españoles le llamaban así al tren de Alta Velocidad Española, por sus siglas.  ¡¡¡Y ya yo estaba pensando que el tráfico era culpa de en un pájaro!!!

Luego de instalarme en el hotel bajé al restaurante para almorzar y mientras comía vi a la primera persona pequeña que también participaría del congreso.  Ella se quedó en el lobby junto a su esposo y cuando yo terminé decidí acercarme a ellos y presentarme. Encarna y Ginés de inmediato me acogieron y me hicieron sentir como en casa.  Al rato continuaron llegando otros participantes y de igual forma me iban dando la bienvenida. Algo a lo que me acostumbré rápidamente fue al dar dos besos al saludar 🙂

Esa tarde los organizadores del congreso nos llevaron a visitar un lugar hermoso que se llama La Alhambra.  De camino el paisaje fue todo un espectáculo pues, aunque estábamos en la ciudad podíamos ver bastante cerca teníamos unas montañas cubiertas de nieve… ¡era la Sierra Nevada en todo su esplendor!  Al llegar a La Alhambra tuvimos que esperar por algunas personas que venían de camino desde otras ciudades y eso me dio la oportunidad de seguir conociendo a otros participantes.  Cuando comenzamos a entrar a los predios de La Alhambra entendí que estábamos ante un lugar con una belleza única.  La arquitectura creada por los árabes, me dejaba a cada paso con la boca más abierta.  Los tallados en paredes y techos son hermosos y era inevitable preguntarme como lograron hacerlo.

Al siguiente día nos transportaron al Hospital Universitario Clínico San Cecilio, en donde se llevarían a cabo las actividades educativas del congreso y allí estuvimos sumergidos en conferencias motivacionales y médicas.  A la hora del almuerzo regresamos al hotel y en la tarde continuamos con las conferencias, incluyendo la que yo ofrecí como representante de LPA.  Disfruté mucho de mi participación pues al terminar se abrió una sección de preguntas y respuestas que se convirtió más en un conservatorio muy ameno, del que aprendí mucho.  Luego en la noche tuvimos una cena en el hotel con varios shows, entre ellos uno de baile flamenco.  ¡Olé! El domingo luego del desayuno regresamos al hospital para participar de las últimas ponencias del congreso.  Una vez concluyó el congreso regresé en el AVE a Madrid.

El lunes era mi último día en la Madre Patria, por lo que tenía que aprovecharlo y decidí hacer un recorrido por el Museo del Prado y luego a la Plaza Mayor.  Allí pase parte de la tarde y noche disfrutando de las tiendas y viendo sobre todo artículos a la venta con motivos de la Navidad.  Cuando comenzó a caer la noche ya estaba bastante frío y entré al mismo restaurante donde almorcé para tomarme un chocolate bien espeso y caliente mientras esperaba a que encendieran un gran árbol de Navidad que adornaba la plaza. Tomé algunas fotos y regresé al hotel para prepararme para lo que sería mi regreso a casa.

Fue un congreso relativamente corto pero intenso en aprendizaje.  Conocí muchísimo sobre la forma de pensar de los españoles sobre nuestra condición, pero de eso les contaré en otra ocasión.  Por ahora les digo que para mi fue un enorme placer haber asistido y el poder conocer maravillosas personas con las espero mantener la amistad. Les agradezco a todos el cariño que me dieron y por lo bien que me hicieron sentir durante esos días.

Mi cariño para:
Joan, Susana, Julio, Encarna, Ginés, Angels, Rosa, Alicia, Alvaro, Eva, Rafa, Ana, Juan, Angeles, Toñi, Marta, Sole, Josep y perdón si se me quedó alguien, GRACIAS!