Uno de mis pasatiempos es el cine y en varias ocasiones les he comentado a diferentes personas que por alguna razón existe algo que me lleva a encontrar películas sobre el tema de la Segunda Guerra Mundial. Una época muy dura para muchos, pero sobre todo para los judíos y para los que nacieron con alguna condición física que los hacia “inservibles” ante la consideración de un régimen que buscaba la perfección de la raza humana.
Como ya muchos saben, soy una fiel defensora de los derechos de las personas con algún tipo de impedimento y sobre todo con la comunidad de personas de pequeña estatura y eso me lleva a buscar y leer información relacionada a este tema. Pues hace un tiempo atrás me llevé una gran sorpresa al encontrar una historia que de inmediato me cautivó. La historia de la familia Ovitz.
El padre y siete hermanos de la familia tenían displasias óseas (enanismo) y vivían en Rumanía. Para ganarse la vida entraron al mundo del espectáculo haciendo presentaciones musicales por diferentes ciudades europeas. Cuando los Nazis invadieron el pueblo donde vivían en Mayo de 1944, fueron llevados a un campo de concentración en donde les esperaba la muerte segura por el simple hecho de ser de pequeña estatura. Tuvieron la “suerte” de que uno de los médicos que trabajaba para el régimen, el Dr. Josef Mengele quien coleccionaba “curiosidades médicas”, decidió mantenerlos con vida para hacer experimentos científicos con ellos. Para este doctor fue de gran curiosidad encontrar una familia donde la mayoría de sus miembros tuvieran la misma condición.
Lo que les tocó vivir desde ese momento no fue fácil. Los sometían a diferentes pruebas que eran más bien torturas: constantes pruebas de sangre hasta dejarlos exhaustos, les removían dientes y cabellos, los cegaban con gotas químicas, entre otros. Esto con el propósito de obtener datos genéticos que aumentaban su colección.
En enero de 1945, al concluir la guerra, los Ovitz fueron llevados a un campo de refugiados en la Unión Soviética en donde permanecieron hasta que más tarde fueron liberados. Suena irónico que la condición que les llevó a ser capturados y torturados, fue la misma que les salvó la vida.
Hoy, me parece increíble pensar que nací apenas 16 años después de que esta atrocidad culminara. Me detengo a pensar que pude haber sido yo, mi hija o cualquiera de mis cientos de amigos de pequeña estatura quienes pudimos haber vivido esa tragedia para la humanidad. Me duele pensar que tantos miles de personas perdieron sus vidas por “no ser perfectos”.
Vivo contenta por haber nacido en un país y una época muy distinta en donde se respeta al ser humano no importa su condición. Me siento bendecida de tener una familia que me dio las herramientas para salir adelante y dichosa de contar con amigos que me quieren como soy. Pero sobre todo agradezco infinitamente a Dios por haberme creado ante sus ojos “perfecta”.
Brenda… tremenda historia para reflexionar…. Todos somos iguales … Mi familia en especial Sofía Isabel tenemos la Bendición de compartir y recibirte en nuestro hogar y en nuestras actividades. Las queremos ❤️
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La perfección es algo a lo que se supone todos aspiramos, pues nos llenan la cabeza con la idea de ser perfectos. Todos somos imperfectos. ¡Que viva la imperfección!
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