Durante mi vida profesional tuve situaciones jocosas que me disfruté en el momento y que aún me hacen reír. Hoy me gustaría compartir con ustedes algunas de ellas, pero tienen que usar la imaginación para que puedan visualizar cada anécdota y se rían conmigo.
Durante mis 36 años en el campo laboral trabajé en tres diferentes plantas farmacéuticas. En ellas había puertas que tenían pequeños cristales en la parte superior. El propósito de estos cristales era que las personas que utilizaran esas puertas, pudieran ver si al otro lado había alguien y evitar accidentes al abrirlas. Como imaginarán mi altura no era suficiente ni para yo poder ver al otro lado, ni para que otra persona me viera a mí. Recuerdo varias ocasiones en donde mis compañeros de trabajo se asustaban al ver que las puertas se abrían sin que ellos hubiesen visto a otra persona. Pero la que más risa me causa es una en la que entré a mi área de trabajo, en la que había cubículos con paredes de diferentes alturas. Uno de los Gerentes se encontraba dentro de su cubículo que tenia paredes de aproximadamente 5 pies de altura. Como el era alto, al sentir la puerta principal abrirse miró por encima de la pared y fue tanto el susto que le dio ver la puerta abrir y cerrarse sin que nadie pasara que de inmediato salió y entró al cubículo del lado para preguntar si alguien más había notado lo mismo.
En otra ocasión, durante mi primer día de trabajo iba caminando por un pasillo que cruzaba del área de Laboratorio hasta las áreas de Manufactura y Empaque. Uno de los Supervisores salió de su área y me vio caminando sola en un área donde se suponía que no entraran niños y se preocupó tanto que avanzó rápidamente para agarrarme y llevarme donde un adulto. Ja, ja, imaginen su sorpresa al hablarme y darse cuenta de que no era una niña. Luego de un tiempo me confesó que llegó a pensar en tomarme al hombro para entregarme a la persona responsable por mí.
Las probabilidades de trabajar en un lugar donde haya mas de una persona de pequeña estatura son mínimas, al contrario, todos mis compañeros de trabajo siempre fueron mas altos que yo. Obviamente tuve compañeros de todos los tamaños. Pero hubo uno en particular que media unos 7 pies de alto (recuerden que yo mido 3 pies 7 pulgadas). Para entrar al área de los baños de la oficina teníamos que doblar en un pasillo y una pared no permitía ver quien salía. ¡¡¡En más de una ocasión me encontré de frente con ese compañero de 7 pies y casi chocamos, pero prefiero no pensar en cómo pudo haber terminado ese encuentro!!!
En otra ocasión les contaré otras anécdotas para que sigamos riendo. Esto me hace recordar una frase que leí hace algún tiempo de otra persona de pequeña estatura: “Ríete conmigo y no de mi”.