Una de las cosas que me mas disfruto es viajar y he tenido la bendición de haber logrado visitar lugares hermosos e interesantes.  Y aunque no ha sido del todo fácil, he procurado disfrutarlo pese a los dolores físicos que siempre me acompañan, pues, aunque esté de vacaciones, ellos no se quedan en casa.

Luego de que las personas van de vacaciones, solemos escucharlos decir “necesito vacaciones para recuperarme de las vacaciones” y es que el cansancio es grande.  Si esto es así para la mayoría de las personas imagínense como será para las personas que como yo tenemos alguna condición que nos limita nuestras actividades como lo es caminar, subir escalones, etc.  Aparte del esfuerzo físico que puede presentar un viaje, hay otras situaciones que también enfrento.  En mi caso son varias las anécdotas que tengo de los viajes que he realizado.

El primer problema para mi lo es la maleta.  Cargar una maleta no está en mi lista de metas logradas.  Siempre agradeceré a quien quiera haya sido el diseñador de las ruedas que giran 360 grados, pues son mi salvación para no tener que cargar la maleta y tampoco depender de otra persona que la lleve.  Cuando el terreno o piso por donde caminas es una superficie plana es muy fácil, pero mover la maleta en una superficie con adoquines o de otro tipo, la cosa se complica, pues las ruedas se encajan y tengo que ir pendiente al piso para evitar que esto suceda.  Ya en el avión, si llevo una maleta de mano, no alcanzo para subirla a la gaveta encima del asiento.  En definitiva, la maleta y yo no somos una buena combinación.

Los asientos del avión no son cómodos para nadie, pero para mi es extremadamente incomodo porque mis piernas no llegan al piso y al tenerlas colgando por mucho tiempo se me adormecen y se me hinchan los pies.  Como solución, siempre llevo un banquito plegable o un bulto de mano pequeño el que uso para descansar los pies.

Como saben las salidas del aire y la luz individual están localizadas en el techo del avión, por lo que yo no alcanzo y debo de pedir ayuda al que este al lado mío.  Y te estarás preguntando ¿por qué no le pide ayuda a la aeromoza?  Pues sencillo, porque también el botón para llamarla se encuentra localizado en el techo.

En ocasiones me ha sucedido que cuando las aeromozas pasan ofreciendo bebida y/o comida no me ofrecen, ya sea porque no me vieron o porque creen que soy una niña y que la persona al lado mío es el adulto que me acompaña, por lo que acostumbro estar pendiente para evitar que eso suceda.  También me ha pasado que al pasar la aeromoza levanto la mano para pedir algo y no me ven.

La estadía en hoteles tampoco es muy fácil, pues las facilidades no están hechas para las personas de pequeña estatura.  Subir a la cama es misión imposible, pues muchas veces son casi de mi altura, los lavamanos y closets también son altos por lo que si no tengo mi banquito plegable me veo en la obligación de usar alguna silla que haya en la habitación. Y, ¿qué me dicen de las toallas?  ¡¡¡Por lo regular están ubicadas en una tablilla cerca del techo!!!  Si se me olvida maniobrar para bajar una antes de meterme a bañar, la única solución es usar una de las toallas de mano.  Jaja, es mejor que nada.

En una ocasión viajé con algunas amigas y reservamos un apartamento a través de Airbnb.  Cuando entré a la ducha me encontré con la sorpresa de que el piso era terriblemente resbaladizo y para colmo no tenia de donde agarrarme para evitar caerme.  La única alternativa fue bajarme poco a poco hasta sentarme en el piso de la ducha.  Así me bañé y cuando terminé grité para que mis amigas me ayudaran a levantar y poder salir.

Recientemente estuve en un viaje familiar y también rentamos un apartamento utilizando Airbnb.  Cuando llegamos la puerta de la entrada era tan fuerte para abrir que aún dos personas empujándola no podían abrirla.  Al entrar debíamos subir hasta un segundo piso donde ubicaba el apartamento.  ¿Se imaginan tener yo que subir cargando una maleta?  ¡Gracias a Dios que no estaba sola y que tenía ayuda para abrir la puerta y subir la maleta!  De no ser así, jamás lo hubiese logrado.

En definitiva, viajar puede ser muy divertido como también puede convertirse en todo un reto para las personas con algún impedimento.