Muchas de las personas que tenemos algún tipo de enanismo tenemos otras condiciones médicas asociadas. Algunas pueden ser de tipo ortopédico, visión, corazón, etc. y la utilización de equipos médicos ya sea desde joven o al pasar de los años, es muy común para nosotros.

En mi caso he desarrollado problemas en la columna vertebral, rodilla, pies y artritis. Además, nací con una condición en las caderas llamada Coxa Vara. Para que tengan una idea gráfica les explico: el fémur es el hueso que encaja en la cavidad de la cadera y permite el que las piernas se muevan. En mi caso la parte superior del fémur se desarrolló de forma ovalada en lugar de ser redondo y eso ocasiona que ocurra roce en la cavidad de la cadera que es redonda. Según pasa el tiempo el roce de los huesos causa inflamación y esto provoca dolor.

Cuando era joven si caminaba largas distancias sentía un poco de molestia, pero según fueron pasando los años esa molestia comenzó a agudizarse. Ya para mis 30 y tantos años visité un médico Ortopeda y este me recomendó el uso de un bastón, a lo cual me negué (por vanidosa). Sentía que hacerlo me haría ver de mayor edad. Pero el tiempo siguió pasando y los dolores empeorando. La molestia ya no era solo al caminar distancias largas, también me molestaba al sentarme, al hacer algunos movimientos como lo era el bailar (que tanto siempre me ha gustado) y llegó el momento en que ni acostada sentía alivio. Hubo noches en las que pasaban horas antes de que consiguiera una posición cómoda para dormir.

Una mañana salí para el trabajo y al subirme a mi carro hice un movimiento con mi pierna izquierda que me provocó un dolor intenso, esperé unos minutos, me acomodé como pude y me fui. Al llegar al estacionamiento de mi trabajo no podía moverme del dolor que sentía. Traté varias veces hasta que pude bajar del carro, pero apenas podía caminar y tuve que llamar a mi compañera de trabajo para que me ayudara a llevar mi computadora portátil y de esa manera yo caminar poco a poco hasta mi escritorio. Ese día fue terrible, recuerdo que caminaba lentamente y agarrándome de las paredes. De ahí en adelante mis molestias fueron diarias 24/7, y por recomendación médica acepté asistencia. Les confieso que al principio no me gustó la idea, pero lo más que deseaba era poder caminar con menos molestia así que acepté mi nuevo e inseparable amigo, un andador. Cuando me lo entregaron me preguntaba ¿cómo un objeto al que debía yo empujar iba a ayudarme a caminar sin sentir tanta molestia? Pues inmediatamente comencé a utilizarlo pude notar la ayuda que era para mí y solo pensaba en lo que me había perdido hasta ese momento.

Pasaron varios años más y aunque no salía sin mi amigo el andador, la condición seguía avanzando hasta que llegó el momento de buscar otras opciones. Así que busque referencias y visité un Cirujano Ortopeda en Estados Unidos con experiencia en casos como el mío y tome la decisión de someterme a un reemplazo de caderas. Ambas caderas necesitaban cirugía y el médico me explicó que podía hacerme cirugías por separado o hacer ambas a la vez. Y como dice el refrán, trago amargo se pasa rápido, ¡opté por operarme las dos de una vez!

Me hicieron el primer reemplazo de mi cadera derecha un lunes y al día siguiente tempranito en la mañana llegó la terapista para ponerme a caminar. Los primeros pasos fueron raros, sentí como si la pierna de la cadera recién operada estuviera pendiendo de un hilo. Pero no había espacio para el miedo y puse todo mi empeño para seguir adelante y gracias a Dios todo fluyo bien. El miércoles me volvieron a llevar a sala para hacerme el reemplazo de la cadera izquierda y el jueves volvió la terapista para ponerme a caminar otra vez. Esta vez lo que me preocupaba era sentir la sensación de tener ambas piernas pendiendo de un hilo y como yo podría caminar con esa sensación, pero no fue así. Por el contrario, no fue tan difícil como yo pensé y eso me dio mucho alivio. La asistencia que recibí durante los días que estuve en el hospital por parte de las enfermeras, terapistas y doctores fue de excelencia y pieza clave para una buena recuperación.

Luego de una semana regresé a mi casa para continuar mi recuperación. Las noches eran más difíciles que los días pues tenía que dormir boca arriba. Si me quería mover, sentar o levantarme para ir al baño, necesitaba ayuda. Luego de dormir un par de horas boca arriba me daba dolor de espalda y me tenía que sentar. Una amiga me prestó un sillón reclinable que ubiqué en otro cuarto de mi apartamento y así, comenzaba durmiendo en la cama y de madrugada me iba al sillón. También hubo noches enteras que dormí en el sillón. No me quejo, ver el amanecer y escuchar el coro de una iglesia cercana entonar himnos de Navidad son algunos de los bonitos recuerdos que guardo de esos días en el sillón.

Hoy en día no puedo decir que estoy perfectamente bien, pues como les mencioné al principio muchos de los que tenemos algún tipo de enanismo tenemos otras condiciones asociadas que no se arreglan con mas cirugías, pero al menos y gracias a la decisión que tomé de someterme a estas cirugías el dolor al caminar disminuyó y mejoré mi calidad de vida.

La recuperación de estas cirugías duró varios meses en los que conté con varios angelitos que me dieron todo su apoyo como lo fueron mi hija, mis padres, mi hermana y en especial mi amiga Maribel, a quien siempre le estaré mas que agradecida por todos sus cuidados!