No cabe duda que lo que hemos vivido en estos últimos meses, debido a la pandemia por el Covid-19, ha cambiado nuestras vidas.  De una forma u otra nos ha marcado, pero también nos ha servido de enseñanza en varios aspectos.  En lo personal yo he experimentado varias situaciones que me han servido para ver la vida diferente y por el hecho de ser una persona de pequeña estatura he aprendido otras que posiblemente sean diferentes para una persona de estatura promedio. 

Les explico que, aunque al momento no existen datos específicos sobre cuáles serían las complicaciones para las personas que tenemos algún tipo de enanismo, podría esperarse que los casos que ya tienen problemas respiratorios, haya más riesgos de complicaciones por la infección del virus.  El pertenecer a una población comprometida preocupa, pero a la vez nos ensena a cuidarnos y educarnos más para evitar ser un numero dentro de las estadísticas negativas. 

Les confieso que cuando se comenzó a hablar sobre la propagación del virus yo lo tome muy a la ligera, pues pensaba que no nos iba a alcanzar.  Inclusive había comenzado a planificar junto a un grupo de amigas un viaje para finales de este año.  Observé con cierto escepticismo como el virus iba moviéndose de país en país y, aun así, me negaba a que siquiera pensáramos en hacer algún cambio.  Pero llegó hasta nosotros, ya no era algo que les sucedía a otros a miles de millas de distancia, ¡en otros continentes…!  El mundo se detuvo, todo cambió, y así también nuestros planes.  Y fue ahí cuando me cambié de bando y me uní al grupo de los que temían contagiarse y comencé a verlo todo diferente. 

Aquí comparto con ustedes algunas experiencias las cuales estoy segura que serán iguales para muchos de los que tenemos algún tipo de enanismo: 

En tiempos normales cuando iba al supermercado o de tiendas y no alcanzaba algún artículo, le pedía ayuda a la primera persona que pasara cerca.  Pero llegó la pandemia y las medidas de seguridad impuestas nos indican mantener distanciamiento.  Y, ¿qué hacer?  Por un lado, me da temor acercarme a alguien, me da miedo el que me puedan tocar.  Por otro lado, necesito el artículo, pero la altura no me ayuda. 

Creo que la regla #1 durante esta pandemia ha sido el que nos lavemos las manos constantemente.  Para nosotros el lavarse las manos en baños públicos suele ser un reto porque no alcanzamos al lavamanos o al jabón.  Dentro de esta situación es más preocupante el que no podamos cumplir con esa regla.  Yo particularmente siempre llevo en mi cartera un pote pequeño de “hand sanitizer”, pero se complicó todo por la escasez del preciado artículo. 

Mi hija tiene las manos bastante pequeñas y otra de las sugerencias para evitar el contagio fue el uso de guantes.  Aunque en el trabajo de Klaudia le compraron guantes “x-small«, aúasí, le quedan grandes. 

De las experiencias que he vivido como ser humano he tenido algunas más superficiales y otras más que me han afectado mi estado de ánimo. 

¡He aprendido a aceptar las canas!  Comenzaron a llegar a mi vida hace varios años y no eran muchas o al menos eso me hacía creer yo misma.  Como regularmente me las teñía no había mucha oportunidad para confirmar que porciento de mi cabello se iba aclarando.  El vivir la cuarentena influyó para no ver la necesidad de teñirme, siquiera yo misma pues no podía salir, nadie excepto mi hija me iba a ver.  Hoy, luego de dos meses, he decidido darles una oportunidad a estas nuevas “amigas” e intentar pasar a una nueva etapa en mi vida.   

Reconozco que toda la vida he sido bastante consumerista, me encanta ir de tiendas y no creo que eso vaya a cambiar mucho.  Durante dos meses solo he comprado comestibles y la mayoría de las veces ha sido por por internet.  La cuarentena me ensenó que soy capaz de controlar mis gastos y seguir viva 😊 

Siempre he vivido agradecida de la vida y mis allegados saben que, en repetidas ocasiones en conversaciones sobre la vida y la muerte, siempre digo que esta vidita es muy buena y que quisiera vivir por mucho tiempo.  Pero reconozco que durante las primeras semanas de la cuarentena me pareció tener muy cerca la posibilidad de la muerte, aún sin contagiarme.  Por varias noches soñé con la enfermedad y sus peores consecuencias.  Pasaba los días pensando el que quizás no volvería a ver a mis padres, hermana o sobrinos ante la posibilidad de que alguno nos contagiáramos y el hecho de la distancia entre ellos y yo. 

También me preocupa el que mi hija se enferme.  Aunque ha pasado gran parte de la cuarentena en casa conmigo, ya está trabajando nuevamente y siempre existe un riesgo de que al estar en contacto con otras personas pueda contagiarse.  Ninguna madre quiere ver a sus hijos enfermos y/o en peligro.  Y no les voy a negar que me preocupa también el que yo me pueda contagiar.   

He aprendido que los seres humanos debemos ser más humildes.  Recuerdo cuando Klaudia estaba por graduarse de escuela superior y yo pertenecía al comité de padres.  Hubo un momento en el que no había seguridad del lugar para realizar los actos de graduación y una de las opciones que se mencionaron fue llevar a cabo la actividad en la cancha de baloncesto del colegio.  Muchos, incluyéndome no estuvimos de acuerdo con la idea, lo encontrábamos muy feo para un momento tan importante como ese. Esta mañana vi en las redes sociales un video de la graduación de este año del mismo colegio donde se graduó Klaudia y quienes debido a la cuarentena, realizaron la graduación en el estacionamiento del colegio y cada estudiante desde los vehículos de sus padres.  Sin duda, una gran enseñanza para .    

¡Gracias a Dios ya todo va mejorando, espero que muy pronto todo sea parte de nuestro pasado y les deseo a todos mucha salud!